Ojalá mi corazón no latiera al ritmo del despertador
12,50€
Casa, coche, trabajo, todos los días lo mismo. Todos los días
lo mismo: casa, coche, trabajo. Y ni siquiera tengo coche. Ni
un garaje para ese coche. Un garaje desde el que empezar a
construir un imperio económico. Ser un ejemplo de superación,
de meritocracia. Desde el garaje de mis padres al éxito en los
negocios tras aprender de los fracasos. Porque un garaje es
como tener un paracaídas. El garaje, el dinero, los contactos, la
herencia cuando se mueran. La meritocracia.
Así que casa, el metro, trabajo. Y en realidad no tengo casa, el
metro va cada vez peor y el trabajo es una mierda. Ocho horas
que son diez, más las horas extras. Y a este alquiler precario no
se le puede llamar hogar. Y a esta manera de ganarse la vida no
se le puede llamar vida.
Y el despertador recordándote todos los días que tienes una
obligación. Llueva, nieve, haga un día maravilloso, acabes de
romper con tu pareja, acabes de enamorarte esa misma noche.
Inmisericorde. Porque no tienes garaje pero si despertador.
Ocho horas. Y gracias porque hay mil como tú esperando por
tu puesto. Sonríe, pon buena cara, trabaja duro, prospera.
Trabaja tu cuerpo en el gimnasio, haz cursos, vete a un coach
motivacional. Trabaja en ti mismo.
Y las drogas ya no sientan tan bien, piensas en Britney Spears
cuando prendió fuego a su gimnasio mientras haces scroll
en Instagram y le mandas un meme a un colega por wasap.
Mientras tratas que la relación con tu pareja no naufrague entre
tanto cansancio, ansiedad y soledad.
Y piensas en Britney Spears mientras le confiesas tus planes para
que todo arda
Valoraciones
No hay valoraciones aún.