Promesa de saliva I. Valquiria

—Ha sido una vida larga e intensa, y me ha encantado compartirla a vuestro lado. Espero que la próxima sea igual o mucho mejor. —Verdandi, guiñándole un ojo a Skuld, cogió las tijeras con las que cortaban las vidas de todos los seres humanos.

—La promesa de sangre es muy importante, pero la de saliva lo es más todavía. Prometemos seguir juntas en nuestra siguiente vida y en todas las que vivamos —dijeron las tres a la vez antes de besarse en los labios.

Con lágrimas en los ojos y una sonrisa en los labios, Skuld, la valquiria, fue cortando los hilos que las unían a la vida. Una a una, cayeron sin vida junto a las raíces de Yggdrasil, el árbol de la vida que unía los diferentes mundos. Al contrario que sus cuerpos, sus hilos se apagaron solo por unos segundos; lo justo para que, al caer el último, los tres se unieran, atraídos como imanes, para formar un nudo perenne que brillaba con más fuerza, si cabe.