Real Cédula, 21 de octubre de 1817, sobre aumentar la población blanca de la Isla de Cuba
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Durante las primeras décadas del siglo XIX, la sociedad cubana era un variado híbrido cultural, formada por la tradición española dominante y la africana esclavizada, pero poderosa siendo mayoría demográfica.
Fue en este contexto en el que se acrecentaron las preocupaciones de las autoridades españolas de la Isla. Temían que los hechos acontecidos en Haití, donde los negros tomaron el poder se repitieran en Cuba. Por esta razón el poder empieza a buscar formas de limitar la preponderancia de la raza negra en la Isla.
Con la aplicación en Cuba de esta real cédula
quedaron derogadas todas las leyes y disposiciones legales que limitaban la entrada de inmigrantes y extranjeros a la isla. Así se abría una nueva vía.
Se facilitaba la entrada de familias españolas y, a falta de éstas, extranjeras de países amigos, que cumplieran los requisitos establecidos en la real cédula.
Las condiciones establecidas hacían referencia al color, religión y ocupación laboral.
Los colonos deberían ser blancos, desempeñar oficios productivos como albañil, tonelero, labrador, carpintero, picapedrero, etc. y católicos. Sin esta última condición los extranjeros no podrían domiciliarse.
La Real Cédula, 21 de octubre de 1817, sobre aumentar la población blanca de la Isla de Cuba fue promulgada por Fernando VII. Lo hizo a instancia de la Real Sociedad Económica de La Habana y pretendió la fomentar la inmigración de blancos católicos a Cuba.
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