REGÁLAME UNA NUEVA VIDA
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Rodeada de los más fieles guerreros de luz, puedo asegurar que el atravesar las tinieblas de la razón y de la propia carne no es ni mucho menos habitar en el paraíso. Considero un camino inacabable, de estrechos senderos, a veces pedregoso y polvoriento, hasta llegar a una meta que nunca asoma por el horizonte; y es que, mientras que tu alma habite el lugar de las ambiciones, las apariencias y el dulce terciopelo, deberás luchar contra la gran diablesa. Nuestra mente, la eterna guerra; el hombre contra su propia mente. La humanidad vive tiempos de crisis, tan necesarios para una regeneración que, aunque sintamos la incertidumbre y el miedo de no saber hacia dónde nos dirigimos, en el fondo, nuestra alma pide a gritos nuevas oportunidades, nuevas razones, aliento y consuelo para un excelente porvenir. Mi vida no ha sido para nada un camino de rosas, todo lo contrario; ha sido un transitar a veces angustioso, frío en muchas ocasiones y desamparado en otras tantas, pero sin duda volvería una y mil veces a caminarlo, sendero elegido por el espíritu para llegar a la liberación. Solo puedo mirarlo con ojos compasivos y de agradecimiento. De todo ello, he querido anotar lo más significativo del proceso de sanación, lo que he ido trabajando, reconciliando. Aquello me ha llevado a formarme y a dedicar mi vida a la ayuda y acompañamiento de toda la persona que inicia el camino del despertar y necesita de mi apoyo. Quiero que estos escritos lleguen a las manos del ser que lo necesite, tal y como me ha sido encomendado, mis manos han sido un canal para materializar esta guía y orientar a quien lo sienta en su interior. La sanación es la reconciliación con nosotros mismos, el autorreconocimiento y el amor más profundo que podamos sentir, amarnos a nosotros mismos de forma incondicional. Ese es el camino, único e individual, solitario y doloroso. Ver nuestra oscuridad es lo más duro a lo que nos enfrentamos como seres humanos, por eso elegimos mirar a otro lado, camuflar hasta olvidar, sin darnos cuenta de que el alma jamás omite un solo suspiro. Lo majestuoso de la oscuridad, es que nos permite ver cuánta luz irradiamos. Si miramos alrededor con los ojos del espíritu, podemos percibir que jamás hemos estado solos, es más, en el proceso estamos más acompañados que nunca. ¿Cómo expresar con palabras todo el amor que puedes llegar a sentir en los momentos más devastadores? Despertar de consciencia; una invitación constante a reconciliarnos con nosotros mismos, ahora más que nunca urge para la humanidad llegar al alma y dejarla ser. Tenemos todo en nuestras manos, ha llegado el momento.
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