Y sobre mis siervas…

En esta segunda obra (recientemente publicada) sobre el tema ministerial, complementaria de la primera Análisis sobre los Ministerios de la Iglesia (2010), que tan magníficamente fue recibida por el ministerio en general y los docentes bíblicos en particular, tanto en España como en Latinoamérica, y con la que forma una colección sobre los ministerios en las congregaciones cristianas; Bernardo Serrano, un decidido defensor del valor y la importancia del ministerio de la mujer en la Iglesia, nos mete de lleno es este apasionante tema. Tras un Prólogo en el que da cuentas del porqué de la escritura de este libro y una parte introductoria sobre la historia de los movimientos reivindicativos de la mujer en la iglesia, sigue el autor, llevándonos de la mano, paso a paso en un estudio histórico sobre la concepción de la mujer en las diversas culturas, en el judaísmo, cristianismo y la iglesia primitiva, la Iglesia Católica y la importancia de las mujeres en la Reforma. Convencido de que la base para el ministerio de la mujer se encuentra en el cumplimiento de la profecía de Joel en Pentecostés, que iguala a hombres y mujeres en cuanto a capacidad de recibir dones y servir con ellos, el autor apunta los errores de convertir la lucha por la no discriminación ministerial en un asunto de género o de “cupos femeninos” dentro de las iglesias, terminando con el cumplimiento de una hermosa profecía mesiánica específica para el colectivo femenino. En la Cuarta Parte de esta obra, con su habitual equilibro y rigor bíblico, Bernardo Serrano se enfrenta a prácticamente todos los argumentos que se emplean para sofocar el ministerio femenino (el uso del velo; el silencio de la mujer en la iglesia; la imposibilidad de enseñar, etc); hablándonos, muy sabiamente de la influencia de las culturas mesopotámicas sobre el judaísmo y el cristianismo, para consolidar una cultura patriarcal de siglos. Estamos seguros que esta obra, como la primera, será muy pronto un referente de estudio tanto para pastores como para maestros en instituciones docentes evangélicas que, seguro, nos ayudará a corregir un error de siglos y una injusticia hacia muchas siervas de Dios que han sido llamadas por Él al servicio cristiano