Criterium Naturae

24,04

(Precios sin impuestos)
ISBN: 9788483529522

El capricho de la Historia ha hecho que hoy el término “alquimia” se aplique tan solo a una disciplina de carácter esotérico y oscuro, empeñada tanto en transmutar metales innobles en oro como en la consecución del Elixir de la Inmortalidad despojándola así de toda su dimensión de ciencia de la Salud.

Sin entrar en el debate Realidad /Quimera de la ciencia alquímica, pues que no son estas páginas el foro más adecuado para ello, es, no obstante, nuestra intención la de reivindicar por legítimo y en histórica justicia, el derecho de la vieja Alquimia a utilizar su nombre en relación con las ciencias de la Salud y precisamente en este sentido y para evitar confusiones, es por lo que hemos re-acuñado el término “kemicina” o “chemicina” en paralelismo evidente con el de “medicina”.
La Kemicina o medicina espagírica se fundamenta pues en las estrictas leyes herméticas originadas en el paradigma egipcio y son estas leyes las que diferencian sus principios de los conceptos médicos y farmacológicos al uso. Desde tiempo inmemorial los alquimistas sabían que todo remedio se halla en la Naturaleza como una redención de los errores emanados de una manipulación indebida de la misma. Estamos pues en un terreno en el que ciencia y “moral” se dan la mano para llevarnos por los derroteros de una Ciencia con Consciencia.
La Espagiria o Alquimia menor, se define como el arte de separar lo puro de lo impuro. Arte separatoria por excelencia que exige toda una liturgia de lab-oratorio (ora et labora que decían antaño los venerables monjes nazarenos). Por otra parte, la separación de lo puro de entre lo impuro exige necesariamente el paso por la muerte, los misterios de Thanatos, oficiados en el “athanor”, el horno secreto de los alquimistas cuyo fuego devora las partes más impuras de la materia para devenirlas en “espíritu” y volverlas a cristalizar de nuevo en la perfecta geometría que les impuso el Único Señor.
La palabra “puro” viene del griego “pyros” y esta a su vez del sánscrito “pyr”. Tanto el término griego como el sánscrito, significan “fuego” y así en la “separación espagírica de lo puro de entre lo impuro”, se esconde la antigua y secreta técnica de extraer el fuego que habita en la materia inerte, la separación o extracción de la Luz de las tinieblas tal y como apunta el Génesis que hiciera el Creador al comienzo de Su Gran Obra. De este modo el alquimista imita al Supremo Hacedor y se hace digno de ser considerado a “Su imagen y semejanza”. La materia inerte en apariencia es, sin embargo, un Caos vivo, pues que encierra en su seno al fuego elemental origen de toda vida, fuego por demás de naturaleza idéntica a la del astro rey.

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