Larga lucha por la libertad
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En las tabernas de Balmaseda se consume la abundante cosecha de chacolí local , mientras los parroquianos comentan las noticias que traen los muleros y trajinantes que visitan la villa en los días de mercado. Los curas beneficiados y los regidores municipales, fijan el precio de la cántara de chacolí el día de San Martín, el 11 de noviembre, al que los ferrones de Balmaseda llaman Machín, por ser su patrón.
La vida de los vecinos transcurre con una cierta monotonía, ocupados en sus quehaceres diarios, tan sólo alterada por un desastre natural, una inundación, que destruye las cosechas y gran parte de los molinos y ferrerías que jalonan el curso del río Cadagua y, pocos años más tarde, una epidemia que acaba con la vida de muchos balmasedanos y meneses, a pesar de los esfuerzos de los regidores y los médicos de la villa por evitarlo.
Consiguen sobreponerse a estas adversidades, a la vez que disfrutan de los bailes en el Campo del puente Nuevo durante el verano y en la plaza del Mercado en el invierno, también acuden a las romerías y a las corridas de toros durante las fiestas.
Todas estas actividades se ven interrumpidas con la llegada del ejército de Napoleón que, con el pretexto de conquistar Portugal, toman las principales ciudades, mientras mantiene cautivo en Francia a Fernando VII, nuevo rey de España, tras la abdicación de su padre Carlos IV. Pero Napoleón tiene otros planes y designa a su hermano José Bonaparte para dirigir el país.
A pesar de las proclamas de los dirigentes, anunciando que los franceses tan sólo están de paso y que se retirarán después de conquistar Portugal, se produce la sublevación popular el 2 de mayo de 1808 en Madrid, que es secundada por el resto de pueblos y ciudades por toda la geografía nacional.
Los balmasedanos con capacidad para combatir, se unen a las numerosas partidas de guerrilleros que hostigan a los soldados imperiales y luchan denodadamente para expulsar a los invasores. Ha comenzado una época de sufrimientos, hambrunas y padecimientos que durará seis años, conocida como la Guerra de Independencia.
Roque, se hace cargo del comercio pañero de su familia, ubicado en la calle Correría, por la enfermedad de su padre, a la vez que intenta conseguir los amores de Manuela, la hija de un curtidor del barrio de Las Tenerías. Su camarada de armas en la Guerra de la Convención, el comerciante guipuzcoano Tiburcio, es ahora corredor de lonja en Bilbao, donde reside después de su boda con Paula, una mujer de la anteiglesia de Begoña. Con el fin de promocionar sus productos, visita Balmaseda y contacta con Roque.
En el vecino Valle de Mena, distante tan sólo tres leguas de la villa, el joven Pedro León ayuda a su familia con los trabajos del campo en su finca de Villanueva, ocupándose también de los animales de la granja. En la tradicional romería de Nuestra Señora de Cantonad, a la que acude con su familia, conoce a una muchacha del pueblo de Villasuso, llamada Francisca, de la que se ha quedado prendado, a la vez que tiene que competir por sus amores con Bruno, un joven de Siones.
En las tabernas de Balmaseda se consume la abundante cosecha de chacolí local , mientras los parroquianos comentan las noticias que traen los muleros y trajinantes que visitan la villa en los días de mercado. Los curas beneficiados y los regidores municipales, fijan el precio de la cántara de chacolí el día de San Martín, el 11 de noviembre, al que los ferrones de Balmaseda llaman Machín, por ser su patrón.
La vida de los vecinos transcurre con una cierta monotonía, ocupados en sus quehaceres diarios, tan sólo alterada por un desastre natural, una inundación, que destruye las cosechas y gran parte de los molinos y ferrerías que jalonan el curso del río Cadagua y, pocos años más tarde, una epidemia que acaba con la vida de muchos balmasedanos y meneses, a pesar de los esfuerzos de los regidores y los médicos de la villa por evitarlo.
Consiguen sobreponerse a estas adversidades, a la vez que disfrutan de los bailes en el Campo del puente Nuevo durante el verano y en la plaza del Mercado en el invierno, también acuden a las romerías y a las corridas de toros durante las fiestas. La Semana Santa marca el final de la Cuaresma y, en Balmaseda, los componentes de las cofradías participan en las tradicionales procesiones de los pasos. Roque y sus amigos comerciantes son miembros de la Cofradía del Rosario.
Algunos parroquianos acuden asiduamente a la Casa de los Placeres de la villa, ubicada en el barrio de La Magdalena, donde beben y juegan a las cartas con los comerciantes, muleros y buhoneros que visitan la villa los miércoles y sábados de cada semana, para hacer negocios en el mercado. En este local, regentado por Ramona de Ortarena, se producen peleas y alborotos que terminan en cuchilladas, hechos lo que los regidores municipales y los alguaciles tratan de impedir.
Todas estas actividades se ven interrumpidas con la llegada del ejército de Napoleón que, con el pretexto de conquistar Portugal, toman las principales ciudades, mientras mantiene cautivo en Francia a Fernando VII, nuevo rey de España, tras la abdicación de su padre Carlos IV. Pero Napoleón tiene otros planes y designa a su hermano José Bonaparte para dirigir el país.
A pesar de las proclamas de los dirigentes, anunciando que los franceses tan sólo están de paso y que se retirarán después de conquistar Portugal, se produce la sublevación popular el 2 de mayo de 1808 en Madrid, que es secundada por el resto de pueblos y ciudades por toda la geografía nacional.
Los balmasedanos con capacidad para combatir, se unen a las numerosas partidas de guerrilleros que hostigan a los soldados imperiales y luchan denodadamente para expulsar a los invasores. Ha comenzado una época de sufrimientos, hambrunas y padecimientos que durará seis años, conocida como la Guerra de Independencia.
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