La mujer que rompió sus cadenas
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No subestimes la fuerza que habita en tu interior, esa energía invisible que renace del dolor y florece cada vez que vuelves a creer en ti misma.
En los momentos de debilidad, abrázate con paciencia y, cuando llegue el instante, levántate y avanza con paso firme hacia tu libertad, hacia esa vida que te pertenece solo a ti.
Llegarás a puerto seguro, aunque el camino sea largo, y comprenderás que el verdadero orgullo no está en alcanzar la meta, sino en tener el coraje de seguir caminando a pesar de las caídas.
Entre las lecciones que me ha enseñado la vida, aprendí que la luz puede nacer lejos del lugar donde el cuerpo fue sembrado, y que incluso en la distancia el corazón puede volver a florecer.
Por ello, quiero expresar mi más profundo agradecimiento al noble pueblo español, que me ofreció su calidez y respeto, acogiéndome como si fuera parte de esta tierra.
De ellos adopté un refrán que se convirtió en lema de mi camino:
Llegar tarde es mejor que no llegar jamás
Llegar tarde… es mejor que no llegar nunca.







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