Veneno en la sangre

Marcelo Crespo Soutullo, propietario del mayor complejo salinero de Torrevieja, ve interrumpida su monótona existencia por dos acontecimientos a cuál más importante. El primero fue la noticia dada por su suegro Reveriano sobre la reactivación de una grave enfermedad contraída en Pernambuco, cuando en su juventud fue enviado por su padre a «Las Américas» para hacer fortuna. Se trataba de una neurosífilis que muy probablemente hubiese transmitido a su hija Leocadia, a Marcelo, esposo de esta y a Gaspar el hijo de ambos. El segundo fue la Guerra Civil española y la siguiente II Guerra Mundial, que dieron al traste con las exportaciones a Europa, amenazando con el hundimiento económico de su empresa.

Gracias al casual conocimiento de un médico austrohúngaro relacionado con el pueblo judío, consigue que le financien una tentativa de expansión por Sudamérica, para salvar la situación. Mª Antonia, sor Consuelo, monja hermana de Reveriano, jugará un papel muy importante durante el desarrollo de toda la trama. El anormal comportamiento de Gaspar obliga a Marcelo a enviarlo fuera de España para evitar su arresto por la Policía. Después de estafar a su padre, se establece en La Habana donde en un nuevo desequilibrio mental se une a la Revolución cubana contra Fulgencio Batista.

Muchos años más tarde, cuando Marcelo llevaba más de una década soportando su voluntaria jubilación, recibió una enigmática carta de Silvana, empresaria brasileña de origen nigeriano, con la que tuvo una relación forzada por ella y que con sus «artes mágicas» le borró de la memoria.